La expedición de AGARESO desplazada al norte de Marruecos concluyó el periplo alcanzando importantes objetivos para todos los agentes implicados en este proyecto de cooperación. La grabación de entrevistas, testimonios y escenarios, donde se producen o localizan los problemas de la mujer trabajadora marroquí, concedieron la oportunidad de avanzar en la profundizacion de una realidad a tan solo 14 kilómetros del sur de la peninsula. Han sido ocho dias de intensidad, pasión y emoción por desarrollar con la máxima plenitud la profesión del periodismo en su género más solidario.
lunes, 25 de agosto de 2008
Agareso cumple objetivos en el Magreb
La expedición de AGARESO desplazada al norte de Marruecos concluyó el periplo alcanzando importantes objetivos para todos los agentes implicados en este proyecto de cooperación. La grabación de entrevistas, testimonios y escenarios, donde se producen o localizan los problemas de la mujer trabajadora marroquí, concedieron la oportunidad de avanzar en la profundizacion de una realidad a tan solo 14 kilómetros del sur de la peninsula. Han sido ocho dias de intensidad, pasión y emoción por desarrollar con la máxima plenitud la profesión del periodismo en su género más solidario.
sábado, 23 de agosto de 2008
La Gran Mamá
El espejo de la igualdad
Mientras miles de niñas esperaban salir al patio para jugar a la hora del recreo, ella iba en busca de agua hasta el regato, caminando horas y horas, desde una aldea próxima a la ciudad marroquí de Fes. La infancia fue entregada a los suyos por necesidad. "Cuidar el ganado y beber cada día era prioritario". Lo cuenta recurriendo al tono de normalidad, sin inmutarse. Insiste en mantener la mirada como muestra feaciente de sinceridad. De vez en cuando, acaracia sus ojos con los párpados y presume al hacerlo. Detiene el ritmo de la conversación para regalar un secreto íntimo: "Desde muy pequeña, temíamos a los enfados y broncas de mi madre en casa. Nos pegaba duro". Sonríe al recordarlo y busca mayor comodidad en la rígida silla de madera. Arropa su relato personal con el movimiento de las manos. Las mueve con estilo y feminidad.
Abandonó la ciudad de Fes, donde trabajó en pequeñas fábricas de tejidos, y buscó la ciudad de Tánger. Allí, las grandes cadenas de producción del textil estaban esperando para ser ocupadas por mujeres. Jamilha fue una ellas y no tuvo opción. Desde muy jovencita, dirigió sus pasos hacia este sector, ignorando las graves precariedades sociales y laborales. Aun así, cada mañana, acude al puesto de trabajo con la resignación necesaria para superar el sobrepeso de una larga jornada de diez horas. Treinta minutos dedicados a un tentempié y algún minuto de más arañado en las contadas visitas al baño cierran la agenda del día. Todo ello, frente a la máquina de coser, planchar y etiquetar. Vestida de blanco consume las horas en beneficio de otro.
Los 1800 dirhams (180 euros) de salario mensual siguen concediéndole el humilde privilegio de residir, con otras cuatro personas, en un reducido espacio de 20 metros cuadrados. En este lugar, se intenta hacer vida: Comer y descansar son los principales objetivos de Jamilha cuando está en casa. La humedad ha deteriorado parte del techo, "el calor, transcurrido unos minutos, es insufrible". Por el baño, es recomendable no preguntar porque no hay. Sin embargo, la situación no agobia a la anfritiona y se levanta a preparar un té, acompañada de una de sus compañeras y mejor amiga: Radja.
Confía en que, algún día, las cosas cambien y su vida adquiera otra dirección alejada de la zona fabril. Guarda con celo la idea de abrir su propio negocio de moda. "Una pequeña boutique en el barrio estaría bien. Sería un bonito proyecto", aclara. Por el momento, está considerada como una referencia en la asociacion Atawassoul, colectivo que defiende los derechos laborales y sociales de la mujer en el norte de Marruecos.
Con respecto a la familia y la vida en pareja, Jamilha no es flexible: "Es básico que me respete. Sin eso, conmigo, no hay nada que hacer". Prosigue con un suave sonido, hablando de sus inquietudes entre alguna risa que se cuela con indiscrección. De repente, mira la hora. Son las nueve y, a partir de ahora, el tiempo se invierte en preparar el nuevo día.
Despide a los invitados con una sonrisa al compás de la agradecida palabra Sucram (gracias) en la puerta. Una vez cumplido con el exquisito protocolo y, en su minúsculo pasillo, Jamilha se mira en el espejo con la mente perdida. Por tan solo unos segundos, imagina a la igualdad de género, laboral y social irrumpiendo en su propia realidad.Fotografía: Miguel Núñez
viernes, 22 de agosto de 2008
Madre en la sombra
El fiel amigo de la dignidad
Boubker El Khamilichi alberga la firme convicción que valorizar al ser humano, sea cual sea la circunstancia, debe ser un objetivo irrenunciable.
Tras la mirada, uno encuentra comprensión, bondad y generosidad sin esperar nada a cambio. "Estoy acostumbrado a vivir así, eh!", sentencia. Huye de la inercia de la compensación por norma. Busca siempre el segundo plano, aunque los primeros no se ruedan sin sus sabios consejos.
La participacion en la política activa y en la militancia social - como le gusta denominarla - ocupan el día a día de este gladiador de los derechos y las libertades. Pero, la máxima expresión de la igualdad para la mujer marroquí transforma sus gestos, su cara y, en definitiva, sus movimientos. Habla y discurre sobre esta posibilidad social como si ya fuese una realidad tangible. Por unos instantes, la pasión es confundida con la obsesión.
Al frente de la asociación Atawassoul, Boubker ha logrado configurar un equipo de personas comprometidas que enseñen el sendero de la alfabetización y formación a aquellas mujeres, madres y trabajadoras privadas de un básico desarrollo intelectual. Pasaron a mejores tiempos, las reuniones de las asociadas en cafeterías para exponer los problemas e inquietudes del día a día. El pasado acabó por deborar los anhelos de tener un espacio real para celebrar encuentros porque ya lo tienen.
La cooperación española, principalmente catalana y gallega, ha trasladado la utopía a la realidad siempre bajo la atenta mirada de ese ingenerio social que defiende la condición de la mujer en un lugar donde el hombre todavía capitaliza las decisiones en los principales ámbitos de desarrollo. Dice que "el esfuerzo merece la pena porque me acuesto todas las noches con la tranquilidad de haber sido útil a los demas".
Para responder a cada pregunta, el tiempo se convierte en su cómplice inseparable. Transmite la sensación de no querer defraudar, a pesar de mantenerse firme en sus posiciones para sortear cualquier tipo de dificultad planteada. Utiliza las temblorosas manos a la hora de acentuar las frases; toda aquella aseveración que, a veces, necesita de un gesto para recibir la credibilidad de los que escuchan.
Le entusiasma conversar sobre un progreso social. Imaginar un futuro repleto de equidad y exento de injusticias. Visibilizar a los menos y concienciar a los que más tienen. Mencionar con frecuencia: "lucha obrera" para que nunca sea olvidada.
Cuando hace referencia a las obreras (mujer trabajadora), sus oscuras pupilas cobran una iluminación especial, casi extrarodinaria. Sonríe timidamente y rota la mirada hacia el suelo en señal de respeto al resto. Para él, los problemas no son eso: problemas. Son decisiones que uno debe tomar en función de las posibilidades del momento. Nadie está libre y "por eso, debe estar preparado para afrontar la situación con la mayor dignidad", por que para los que no hayan reparado en ello: Boubker El Kamilichi es ese fiel amigo de la dignidad.
Foto: Carlos Fariña