viernes, 22 de agosto de 2008

El fiel amigo de la dignidad

La entrega absoluta es inherente a su forma de entender la vida. Los problemas ajenos completan parte de una vasta agenda que sólo su privilegiado cerebro conoce. Acompañarle en silencio es una de las mejores maneras de comunicarse con él. Entre el análisis y la reflexión transitan sus veteranas neuronas que casi siempre toman el camino de una solución vestida de honradez.

Boubker El Khamilichi alberga la firme convicción que valorizar al ser humano, sea cual sea la circunstancia, debe ser un objetivo irrenunciable.
Tras la mirada, uno encuentra comprensión, bondad y generosidad sin esperar nada a cambio. "Estoy acostumbrado a vivir así, eh!", sentencia. Huye de la inercia de la compensación por norma. Busca siempre el segundo plano, aunque los primeros no se ruedan sin sus sabios consejos.

La participacion en la política activa y en la militancia social - como le gusta denominarla - ocupan el día a día de este gladiador de los derechos y las libertades. Pero, la máxima expresión de la igualdad para la mujer marroquí transforma sus gestos, su cara y, en definitiva, sus movimientos. Habla y discurre sobre esta posibilidad social como si ya fuese una realidad tangible. Por unos instantes, la pasión es confundida con la obsesión.

Al frente de la asociación Atawassoul, Boubker ha logrado configurar un equipo de personas comprometidas que enseñen el sendero de la alfabetización y formación a aquellas mujeres, madres y trabajadoras privadas de un básico desarrollo intelectual. Pasaron a mejores tiempos, las reuniones de las asociadas en cafeterías para exponer los problemas e inquietudes del día a día. El pasado acabó por deborar los anhelos de tener un espacio real para celebrar encuentros porque ya lo tienen.

La cooperación española, principalmente catalana y gallega, ha trasladado la utopía a la realidad siempre bajo la atenta mirada de ese ingenerio social que defiende la condición de la mujer en un lugar donde el hombre todavía capitaliza las decisiones en los principales ámbitos de desarrollo. Dice que "el esfuerzo merece la pena porque me acuesto todas las noches con la tranquilidad de haber sido útil a los demas".

Para responder a cada pregunta, el tiempo se convierte en su cómplice inseparable. Transmite la sensación de no querer defraudar, a pesar de mantenerse firme en sus posiciones para sortear cualquier tipo de dificultad planteada. Utiliza las temblorosas manos a la hora de acentuar las frases; toda aquella aseveración que, a veces, necesita de un gesto para recibir la credibilidad de los que escuchan.

Le entusiasma conversar sobre un progreso social. Imaginar un futuro repleto de equidad y exento de injusticias. Visibilizar a los menos y concienciar a los que más tienen. Mencionar con frecuencia: "lucha obrera" para que nunca sea olvidada.

Cuando hace referencia a las obreras (mujer trabajadora), sus oscuras pupilas cobran una iluminación especial, casi extrarodinaria. Sonríe timidamente y rota la mirada hacia el suelo en señal de respeto al resto. Para él, los problemas no son eso: problemas. Son decisiones que uno debe tomar en función de las posibilidades del momento. Nadie está libre y "por eso, debe estar preparado para afrontar la situación con la mayor dignidad", por que para los que no hayan reparado en ello: Boubker El Kamilichi es ese fiel amigo de la dignidad.

Foto: Carlos Fariña

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