Un despegue sin turbulencias al otro lado del Estrecho

La naturaleza humana mantiene la constante de superar esas barreras denominadas comunmente "problemas". Evolucionar, lejos de ser una virtud, ha sido desde la noche de los tiempos un obligado reencuentro con el cambio permanente. Sin duda que el ritmo puede convertirse en un amplio argumento de discusion, pero no es conveniente despistarse en el laberinto de los matices.

Ha pasado un año y el tiempo, contra pronostico, no ha desatado los lazos sino que ha fortalecido la cooperacion entre las dos orillas, absurdamente separadas por apenas 14 kilometros de distancia. Huyendo del pecado, es decir, escapando de la mentira: Algo parece que ha cambiado... De forma escalonada, discretamente (como se deben de hacer las cosas), han pisado suelo marroqui los cinco integrantes de la expedicion de AGARESO. Algunos con la suerte de poder contrastar y otros con la dicha de poder descubrir una nueva realidad. En el ambiente ya reconocemos el aire, aunque como era de esperar, renovado.

Nuevas infraestructuras, mas proyectos y una sociedad con deseos de zambullirse en la multiculturalidad Norte-Sur, deslumbran nuestras pupilas y mentes, a pesar de tener almacenadas experiencias del pasado. El desembarco en la terminal de una nueva realidad no ha sido tan brusco como pudiese parecer. La veterania, inmediatamente, se ha impuesto como un grado, sin conceder ni un solo milimetro de espacio a la incertidumbre propia de las primeras notas de esta nueva partitura social.

El nuevo proyecto despega asi, sin registrar turbulencias en ninguna de las orillas del Estrecho.

Fotografía: Miguel Núñez